25 jul 2019

Chile aún no atiende las enfermedades más conocidas

El interés de los chilenos por una vida más saludable ha provocado grandes cambios en la atención que reciben de los equipos médicos. Pero aunque ellos se hacen notar especialmente en la medicina privada, el país aún no puede atender satisfactoriamente las enfermedades más conocidas, y en los servicios de urgencia de los grandes hospitales continúan registrándose situaciones dramáticas que con cierta frecuencia terminan en muertes evitables.

Los cambios que registra la medicina son múltiples y están en parte asociados a la evolución del perfil demográfico. Pero si bien las personas mayores son hoy una proporción más alta de lo que han sido en nuestra historia y los nacimientos han experimentado una importante disminución, son las condiciones socioeconómicas detrás de estos cambios las que explican mejor estas transformaciones. La gente hoy tiene, en promedio, más educación y recursos para gastar. Así, suelen estar mejor informados, pero, a la vez, han ido adquiriendo hábitos alimentarios y formas de vida que están lejos del óptimo. La obesidad con sus secuelas alcanza cifras increíblemente altas y, en consecuencia, la diabetes y el cáncer van en aumento.

Los sistemas de atención privados se han ido adaptando a los cambios y eso ha llevado a la expansión de ciertas especialidades y subespecialidades. La oftalmología, relativamente más importante entre personas mayores, ha crecido como lo han hecho también la neurología y la psiquiatría. Por otra parte, existe en todo el mundo una ampliación del campo de la medicina que ahora abarca desde apoyos para enfrentar situaciones laborales difíciles hasta condiciones estéticas. Las especialidades médicas de hoy no son las mismas que existían hace solo unas décadas, lo que naturalmente ha seguido al hecho de que tampoco se han mantenido inalteradas las causas de muerte o de enfermedades.

No parece, sin embargo, que esta transformación también esté ocurriendo en el sistema público, donde aún se mantienen los déficits de atención y las largas listas de espera para tratar condiciones bien conocidas. Los grandes hospitales tienen a menudo serias dificultades para poder atender a los pacientes que recurren a los servicios de urgencia. Posiblemente influya la costumbre de recurrir a dichos servicios aun en casos que nada tienen de urgentes, pero es la forma que la gente ha descubierto para recibir una opinión médica ante síntomas que los alarman. La necesidad de mejorar dichos servicios es evidente para quien pueda observar una noche en ellos. Pero aunque se discuten muchas soluciones, los debates se prolongan indefinidamente y se multiplican los casos de trágico final. Así, mientras se observan grandes cambios en la atención de salud del sector privado, se mantienen los viejos problemas del sistema público. Autoridades y políticos de todos los sectores dicen estar interesados en los problemas reales de la gente común, pero no se divisa mayor interés por aspectos de la gestión que podrían significar valiosos progresos. Los distintos temas involucrados en la atención de salud pasan y se olvidan sin resolverse. Los incentivos para el personal que trabaja bien, la deuda de los hospitales o la preocupación por la salud mental son todos asuntos a los que se les presta atención solo ante casos particulares de impacto en la opinión pública.