Franco Parisi desayunó con sus hijos, incluyendo los
mellizos que viven con su ex y que lo acompañaron en la jornada electoral.
Comenzaba el día y el economista fortalecía su optimismo con las clásicas
frases motivacionales contra el duopolio político, mientras Emilio y Franco, o
Lilo y Canco, matizaban la escena con muecas y musarañas.
La actitud positiva del independiente se fue diluyendo y con
el peso de la evidencia numérica el candidato repareció al anochecer en el
hotel Diego de Velázquez, de Providencia, donde esperó la ratificación de su
cuarto lugar, con la cara larga y un discurso cargado de alusiones.
“Nos encontramos con lo peor de la política, la señora
Matthei”, expresó respecto de los roces que tuvo con la aliancista. “Es una
persona mala”, acentuó.
Se le notaba la vena a Parisi. “Estoy con rabia”, reconoció
y sus partidarios lo intentaban consolar con consignas que en ese contexto
carecían de toda lógica. “Se siente, se siente, Parisi Presidente”, repetían.
“No nos alcanzó”, admitió y luego intentó explicar qué había
sucedido. Dijo que en regiones como Antofagasta y Concepción “arrasamos”, pero
“perdimos en Santiago porque no tuvimos billete. Si nos vemos el 2017, antes
voy a juntar platita para poder comprar publicidad”.
Parisi saboreaba el amargo sabor de la derrota: “El 10 por
ciento es bajo, esperaba mucho más, pero no se preocupen, llegarán otros
Francos Parisis para cambiar Chile”. Los partidarios humedecían sus ojos por la
emoción del fracaso. “¡Tú nos abriste los ojos!”, gritó uno de sus adherentes
con voz desgarrada.
Entre el murmullo Parisi escuchó sobre el futuro de sus
votos en el ballotage. “No voy a votar en segunda vuelta, aunque la señora
Michelle Bachelet va a ser la próxima presidenta”, vaticinó. “¡Nos quedamos en
la casa!”, gritó el coro de partidarios.