1) Michelle Bachelet no quiere volver a ser Presidenta.
2) el resto de los posibles candidatos no entusiasma a nadie.
Parece un callejón sin salida. Por lo mismo, me sorprende que nadie vea la solución que nos está enseñando Argentina. Como estamos viendo que ocurre al otro lado de la cordillera, el puesto que el realmente importa es el de vicepresidente.
No parece tan difícil conseguir los votos para una modificación constitucional que cree el puesto de vicepresidente. Sospecho que hasta en el oficialismo, donde el problema es el exceso de candidatos, habría voluntad para ello.
Y menos problema todavía va a ser encontrar un presidente títere que ponga la cara amable, dialogue con la oposición y le dé al futuro gobierno un tinte de moderación y apertura (por ahora sería odioso dar nombres). Todo eso, claro, mientras la mujer fuerte mueve los hilos en la trastienda.
